lunes, 11 de febrero de 2019

La sociedad de la información

La Sociedad de la Información (SI) es la manifestación de un tipo de modelo social originado a partir de los cambios de organización que surgen conforme con los diversos modos de producción que han existido a través de la historia, y se encuentra relacionada con los procesos técnicos y económicos de cada época (Reusser, 2002). De acuerdo con el Libro Verde de la Sociedad de la Información en Portugal, se señala que:

“El término Sociedad de la Información se refiere a una forma de desarrollo económico y social en el que la adquisición, almacenamiento, procesamiento, evaluación, transmisión, distribución y diseminación de la información, con vistas a la creación de conocimiento y a la satisfacción de las necesidades de las personas y de las organizaciones, juegan un papel central en la actividad económica, en la creación de riqueza y en la definición de la calidad de vida y las prácticas culturales de los ciudadanos” (Green Paper on the Information Society in Portugal, 1997).

Los estudios del relativismo epistémico se iniciaron y desarrollaron con la descripción etnológica de los discursos científicos, sin la preocupación de tener que demostrar la cientificidad de los discursos, las palabras o las ideas. En 1979, Bruno Latour y Steve Woolgar publicaron la ya famosa obra Laboratory Life, en la que describen con detalle lo que ocurre en los laboratorios de investigación, empleando el método etnográfico, tomando a los “nativos como los científicos” y llegando al análisis del discurso científico por medio de sus “inscripciones” o “representaciones”. Los nativos hacen parte de la producción del conocimiento al participar no sólo en la descripción de sus entornos (etnografía clásica) sino también en el análisis y reflexión de sus contextos sociales, junto con sociólogos y antropólogos, produciendo discurso científico colectivos.

Martín Hopenhayn, en su texto Educación, comunicación y cultura en la sociedad de la información: una perspectiva latinoamericana (2003), plantea que los intercambios virtuales configuran nuevos rasgos culturales, en la medida que van abarcando diversos ámbitos de la vida de las personas; uno de los cambios culturales inmediatos se pone de manifiesto en la relación entre los usuarios y la tecnología, en la que el aprendizaje tecnológico se genera con el uso directo, desligándose de la tradicional adquisición de destrezas y conocimientos. Es partidario de “culturas virtuales”, como aquellas que tienen que ver con los 

“Cambios en las prácticas comunicativas, por efecto de medios interactivos a distancia, que modifican la sensibilidad de los sujetos, sus formas de comprensión del mundo, la relación con los otros, la percepción del espacio y el tiempo, y las categorías para aprehender el entorno. La profundidad y extensión de estos cambios es incierta, pero insoslayable” (Hopenhayn, 2003: 17)

Manuel Castells, uno de los pioneros y líderes de los estudios sociales sobre la comunicación en la era de la información, dice que “el surgimiento de un nuevo sistema de comunicación electrónico, caracterizado por su alcance global, su integración de todos los medios de comunicación y su interactividad potencial, está cambiando nuestra cultura” (Castells, 1999: 361)

“Avanzaría la hipótesis de que en esas comunidades virtuales ‘viven’ dos tipos muy distintos de poblaciones: una diminuta minoría de aldeanos electrónicos –que se han asentado en la frontera electrónica– y una multitud transeúnte para la cual las incursiones ocasionales dentro de varias redes equivalen a explorar varias existencias bajo el modo de lo efímero” (Castells, 1999: 395).

Downey, Dumit y Williams, en 1993, publicaron un texto titulado “Cyborg Anthropology”, en Cultural Anthropology, definiendo a esta nueva subdisciplina como la “Antropología cultural de la ciencia y la tecnología”. El programa inicial de esta antropología fue definido por los tres autores desde tres parámetros o áreas de actividad:

“En primer lugar, se debería ocupar de la ciencia y la tecnología contemporáneas como actividades culturales. El objetivo sería observar y analizar detenidamente cómo la gente construye el discurso científico y cómo éste se convierte en significativo en sus vidas cotidianas. En segundo lugar, se cuestionaría la posición central que ha ocupado siempre la figura del ser humano en la Antropología, proponiendo una alternativa crítica a este humano-centrismo abusivo. La máquina debía entrar a formar parte del objeto de la Antropología, en tanto creadora y modificadora de ‘cultura’. Por último, la ‘Antropología cíborg’ abor- Revista Argentina de Sociología Año 5 Nª 9 — ISSN 1667-9261 (2007), pp. 64-89 67 Eduardo  ‘de qué modo las tecnologías llegan a participar como agentes productores y reproductores de los diversos aspectos de la vida social’” 

Mayans considera de gran valía la discusión no sólo de la nueva subdisciplina de la Antropología sino también del método y las técnicas para estudiar al “cíber-otro”, por ello señala que: 

“El primer fruto de la etnografía on line es una muestra inequívoca de que estas investigaciones generarán debates metodológicos novedosos y de gran interés. Por otro lado, en la mayoría de las ocasiones, estos dilemas metodológicos son aún más importantes, por el hecho de que son dilemas compartidos con la ‘comunidad indígena’, por los usuarios en cuestión” (Mayans, 2002: 6). 

Hill (1990), en su texto The Tragedy of Technology, explora las propiedades de la cultura que adquieren vida dentro de los sistemas tecnológicos cuando las personas se comprometen a utilizarlos, siendo la cultura un sistema de significados que le posibilita al grupo darle sentido al mundo. Una investigación de relevancia en la Antropología mexicana es la realizada por María Josefa Santos Corral (2000), Cien mil llamadas por el ojo de una aguja, donde analiza los cambios tecnológicos de las telecomunicaciones en México, acompañados de las modificaciones en las estructuras simbólicas. En compilación (1997), se propone, desde novedosas perspectivas antropológicas, la intrincada relación entre los desarrollos tecnológicos y los procesos culturales en las sociedades complejas.

Un elemento central de la Sociedad de la Información es la conjunción entre la información, el conocimiento y los avances tecnológicos que permiten la comunicación o transmisión eficiente de éstos (Méndez, 2005; Reusser, 2002). Se considera que son estos los tres pilares sobre los que se sostiene la SI, y del grado de articulación que exista entre ellos dependerá la situación de avance o de retraso de un país, una sociedad o un grupo social en particular, en el contexto de la Ciencia, la Tecnología y la Información. El centro de la innovación tecnológica está en el desarrollo de la llamada Informática computacional; las computadoras y el trabajo mental elaborado mediante su uso, en unos casos han sustituido y en otros redimensionado el poder de los motores, la maquinaria, las herramientas, la gran industria y la fuerza de trabajo.

El concepto “Sociedad de la Información” pretende dar un reconocimiento al conjunto de posibilidades que ofrece Internet como parte esencial de la comunicación contemporánea. Las Tecnologías de la Información y el Conocimiento (TIC) son las herramientas de las que se vale la Sociedad de la Información; se trata de sistemas tecnológicos utilizados para la comunicación, la información o la informática que se fusionan y convergen en un solo punto, formando así la poderosa red de redes.

Los datos de 2007, emitidos por Internet World Stats, ilustran cuantitativamente las presencias y las ausencias de, por lo menos, las categorías grupos étnicos e idiomas no hegemónicos: existen 1.173.109.925 usuarios de Internet en el mundo. De éstos, el 31,2% se comunica en inglés; 15,7% en chino; 8,7% en español; 7,4% en japonés; 5% en francés; 5% en alemán; 4% en portugués; 2,9% en coreano; 2,7% en italiano, y 2,5% en árabe. El resto de las lenguas del mundo constituyen el 15% del total de usuarios de Internet. Según Internet World Stats, Estados Unidos es el país con el mayor número de usuarios en el mundo, presentando un factor de penetración de Internet (FPI) del 69,6%, es decir que cerca del 70% de su población tiene acceso y utiliza Internet. El porcentaje de penetración poblacional de Internet en América Latina y el Caribe es de tan sólo el 13,3%, y en el caso de México el 16,4% de su población usa Internet, ocupando el lugar número trece de la lista de los veinte países con más cantidad de usuarios de Internet. 

El concepto de comunidad virtual ha sido frecuentemente utilizado en la teorización sobre la aparición de nuevas formas de sociabilidad vinculadas al uso de las TIC, en las que Internet es una de las principales con acceso y uso a través de una computadora. De manera general, se define que la comunidad virtual son grupos sociales surgidos y sustentados mediante el uso de la Comunicación Mediada por Computadora (CMC) (Ardèvol, 2002: 10). En este sentido, podemos considerar que uno de los principales objetivos de la investigación de comunidades virtuales es el distinguir qué hacemos cuando estamos conectados a Internet y cómo lo hacemos; es ahí, precisamente, donde interviene el uso del conocimiento antropológico y etnográfico para la comprensión de los comportamientos sociales en dos ámbitos principales llamados on line y off line (Ardèvol, 2002: 14), los que corresponden al espacio virtual y al espacio físico, respectivamente.

La cibersocioantropología pretende definir su campo de investigación en torno a las interacciones sociales presentadas en las comunidades virtuales que utilizan las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en el contexto de la Sociedad de la Información (SI), particularmente de aquellas que concurren en el llamado ciberespacio.

Para Christine Hine,

 “Nuestras creencias acerca de Internet pueden tener consecuencias importantes sobre la relación individual que mantengamos con la tecnología y sobre las relaciones sociales que construyamos a través de ella; en este sentido, la etnografía puede servir para alcanzar un sentido enriquecido de los significados que va adquiriendo la tecnología en las culturas que la alojan o que se conforman gracias a ella. El método etnográfico permite acercarnos a los significados y símbolos transmitidos a través de la CMC y mediante el uso de las TIC; no hay que olvidar que Internet básicamente funciona como un medio de transmisión remota de datos, todos ellos codificados mediante el uso de ciertos protocolos previamente estandarizados a nivel internacional, que permiten la transmisión y recepción de información en formatos de texto, audio y video, principalmente” (Hine, 2004: 17)

Marc Augé menciona que toda investigación etnográfica requiere del testimonio presencial del investigador (Augé, 1994: 56). En este sentido, la etnografía del ciberespacio podrá encontrar diversas herramientas que permitan al investigador lograr la interpretación de toda la complejidad de las estructuras conceptuales que menciona Geertz. 

Cibersocioantropología de comunidades virtuales
Eduardo Andrés Sandoval Forero 
Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM)

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